Name:
Location: Palma, Baleares

Saturday, September 02, 2006

ALATRISTE


Por fin se ha estrenado Alatriste, la adaptación cinematográfica del personaje creado por Pérez-Reverte. Como no podía ser menos, la campaña mediática (en España) ha sido tremenda y, por supuesto erróneamente ubicada: los telediarios no deberían hacer publicidad…aunque si ya la hacen de cualquier otra cosa. En fin. Cómo no, también, la critica ha mostrado hemorragias de placer ante esta nueva prueba de la grandeza de nuestra industria, capaz de hacer temblar a Hollywood y de ofrecer arte al espectador.

Pues va a ser que no.

Ya en una entrevista previa al director, Diaz-Yanes, sus declaraciones daban para la inquietud, pues sólo mencionaba la dificultad de adaptar fielmente el ambiente de Siglo de Oro (algo que, a grandes rasgos, el cine español –e incluso televisión española- ha llevado a cabo en varias ocasiones con éxito o corrección) y para nada de la dificultad que conlleva dotar de ritmo a una película de aventuras (algo que a día de hoy el cine español no ha sabido hacer ni una sola vez desde que los Lumiere proyectaran la llegada del tren hace más de un siglo).

Y es que, en efecto, la producción más cara de la industria cinematográfica española no quiere ser una película de aventuras, sino un retrato, otro más, de la decadencia del Imperio Español. Grave error si se tiene en cuenta que las novelas originales son, precisamente, narraciones de aventuras, inspiradas (y algo más), sobre todo al principio, en Los tres mosqueteros y El nombre de la Rosa (más la película que el libro) e incluso Misión Imposible. Que la gente las lee como lo que son, entretenimiento, por más que ese entretenimiento esté salpicado de una evidente amargura hacia lo que fue España y hacia cómo trató a sus súbditos. De cualquier manera no es una obra histórica, ni tampoco gran literatura. Eso es algo que a Pérez-Reverte aún le está vedado.
De nuevo, pues, más preocupación por los trajes y las poses, por los discursos solemnes y por los pasillos con reproducciones de cuadros de la época. De nuevo, pues, desinterés por la peripecia, por la trama, por los duelos a espada, por la emoción de un espectador que ha ido a verla esperando ver un tipo de producto que, evidentemente, no llega. Oportunidad también para que ciertos pesos pesados del mundillo hagan también su aparición (a veces, sólo un cameo) y muestren con tono importante que ellos también han participado en un rodaje que hará (creen) historia. Mención especial merecen Ariadna Gil, hosca y grandilocuente como de costumbre, y Pilar Bardem, que aparece apenas un minuto para volver a interpretar su eterno papel de resistente izquierdista (en este caso, una monja contraria a la pérfida Inquisición).

Diaz-Yanes decide no contar una aventura del falso capitán, sino contarlas todas. De la sensación de que han cogido cincuenta páginas de cada libro y las han pegado como buenamente han podido, sin ahondar en ninguna de ellas, mostrando tan sólo su introducción o su desenlace. Como si supieran que el público no pagaría por una segunda parte. El resultado es una historia farragosa en exceso, con continuos cambios de centro temático, saltos temporales y espaciales que impiden que el espectador se asiente en lo que le cuentan, porque en el fondo no le están contando nada, salvo, eso sí, el anquilosamiento de España, algo por lo que no ha pagado.

En cuanto al protagonista, hay que reconocer que Viggo Mortensen tiene, pelo rubio aparte, el físico idóneo para el personaje. Pero no la voz. Con esa voz aguda y, sobre todo, con ese tono de borracho o de gangoso que adopta para intentar pronunciar bien el castellano, jamás hubiera conseguido el respeto de uno sólo de sus compañeros. Cuesta mucho oírle, y más creértelo en determinados momentos debido a ese pequeño detalle. Otro tanto para Malatesta, remedo de Rochefort en las novelas, y aquí sencillamente italiano. No impone en absoluto, cuando es un personaje que debería aterrar. Sí destacan, como casi siempre, unos esplendidos Unax Ugalde, Eduard Fernandez y Antonio Dechent. No desentonan Javier Cámara, Noriega o Echanove. Blanca Portillo sí. Elena Anaya se limita a estar.

Lo mejor, el final, la rendición propuesta por el ejército francés y negada por el propio Alatriste. Dura, eficaz y llena de patetismo. El resto, cine español.

1 Comments:

Blogger Tomás Ortiz said...

A mí no me gustó nada, muy poco definida: quieren abarcar demasiado argumento y al final no profundizan en nada. Saluditos apretados!

6:05 AM  

Post a Comment

<< Home